jueves, 1 de mayo de 2014

La dama de san Vicente

Annie Clark es el nombre de una mujer nacida en 1982, en Tulsa, Oklahoma. Quizás a simple vista su apelativo no diga mucho. Sin embargo, cuando vemos lo que ha logrado hacer en apenas siete años, no podemos más que asombrarnos y admirar el talento de una de las artistas más dotadas que ha dado el rock de este nuevo siglo.
  Tal vez, señalaba, su nombre diga poco a la mayoría, pero si lo traducimos al de su proyecto, St. Vincent, las cosas se vuelven más claras y podemos entender lo que representa su propuesta, misma que a lo largo de cinco discos nos ha otorgado un sonido tan propio, tan singular, tan original, como es difícil encontrar desde hace mucho. St. Vincent (es decir, Annie Clark) encontró algo nuevo al combinar al rock pop con elementos avant-garde y guitarras que se acercan tanto al progresivo como al heavy metal, en una amalgama que parecería improbable y que ella ha vuelto posible gracias a sus capacidades como compositora e intérprete.
  Guitarrista desde los doce años y más tarde estudiante de la Berklee School of Music que dejaría en 2004, Clark formó parte de ese proyecto musical  multitudinario que es The Polyphonic Spree, al que abandonó en 2006 para integrarse al grupo de Sufjan Stevens. Ese mismo año, grabó un EP propio, en el que en lugar de usar su nombre adoptó el singular seudónimo de St. Vincent, en honor a una de sus abuelas y al hospital de Nueva York en donde falleció el poeta Dylan Thomas.
  En 2007, decidió convertirse en solista y firmó para la disquera Beggars Banquet para producir su primer álbum, el magnífico Marry Me. Su música era extraña e inasible y parecía claro que su propuesta estaba destinada a permanecer dentro del circuito del rock alternativo. Algo sucedió sin embargo dos años después, cuando se mudó al legendario sello británico 4AD y produjo su segundo opus, el sensacional Actor que le valió múltiples críticas elogiosas y le permitió dar el salto del underground a las grandes ligas. No era para menos, Actor es un trabajo grandioso, quizá su mejor obra hasta el momento, con esa fascinante mezcla que hace entre el rock pop más melodioso y celestial y los acordes secos y distorsionados de su guitarra, todo ello coronado con su hermosa voz, a la vez dulce y maliciosa, tierna e irónica. Esta grandiosidad se veía replicada en sus conciertos que comenzaron a tornarse en un culto para sus cada vez más numerosos seguidores.
  La súbita fama de St. Vincent, hizo que Annie Clark empezara a ser invitada para participar en discos de otros. Fue el caso de grupos como The New Pornographers y The Mountain Goats. Era claro que debería haber un tercer disco y éste fue otra maravilla: Strange Mercy (4AD, 2011). Este nuevo larga duración profundizó el estilo de la artista, al presentar canciones que en las letras y la música hacían más claras sus contradicciones y yuxtaposiciones. Las letras eran de pronto tan bondadosas como crueles, tan celebratorias de la verdad como de la mentira, en tanto la música volvía a ser impecablemente melódica pero revestida con arreglos en los que los instrumentos de viento y de cuerda construían atmósferas delicadas que eran destrozadas por esa guitarra suya, tan salvaje como una sierra eléctrica o un taladro asesino.
  Una vuelta de tuerca en la carrera de Annie Clark se produjo al año siguiente, cuando conoció al antiguo líder de los Talking Heads, ese extraño y genial personaje que es David Byrne, y juntos decidieron grabar un disco. La resultante fue Love This Giant (4AD, 2012), una placa asombrosa, llena de ritmos vertiginosos, metales de estruendo y las voces de los dos talentosos personajes en una estrambótica conjunción.
  La huella de esa experiencia quedaría marcada en Clark, quien este año acaba de sacar el homónimo St. Vincent (4AD, 2014), en el que su estilo característico está presente, pero con reminiscencias claras, en varias piezas, de lo que aprendió con Byrne. He aquí un trabajo impecable, esplendoroso, a la altura de su discografía. Dicen algunos críticos que se trata de su álbum más inclinado al pop. No lo sé de cierto, pero a mi modo de ver esto sería lo de menos, ya que la calidad artística de Clark está por encima de cualquier clasificación genérica.
  Annie Clark, la dama de San Vicente. Una de las creadoras musicales (y esto incluye a hombres y mujeres) más importantes en lo que va del siglo.

(Publicado este mes en la revista Nexos No. 437)

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