viernes, 26 de junio de 2020

El nuevo disco de Bob Dylan, a sus 79


Estos tiempos inciertos de pandemia y encierro, de incertidumbre y pasmo colectivos, no parecerían los más propicios para que los músicos lancen nuevas obras. O sí. Después de todo, el hecho de que tanta gente en el mundo permanezca confinada en sus casas (aunque mucha otra no pueda darse ese dudoso lujo) hace que trate de aprovechar sus momentos de ocio con las más diversas opciones. Una de ellas, la música.
  A fines de marzo, cuando la locura del coronavirus empezaba a convertirse en la peor pesadilla de esta y varias generaciones, Bob Dylan nos sorprendió con el lanzamiento de una nueva canción: “Murder Most Foul”. Se trata de un tema larguísimo, de más de 16 minutos de duración, en el que el cantante y compositor revisa y recorre diversos aspectos de la cultura estadounidense de la segunda mitad del siglo XX, con el magnicidio de John F. Kennedy como punto de partida: “Fue un día oscuro en Dallas, en noviembre del 63 / Un día que perdurará en la infamia / El presidente Kennedy lo estaba haciendo bien / Un buen día para estar vivo y un buen día para morir / Ser llevado al matadero como un cordero para sacrificar”.
  Sorpresivamente, la pieza se convirtió en gran éxito mundial. En un principio, muchos pensamos que se trataba de una composición aislada, quizás una golpe de inspiración de Dylan mientras permanecía metido en su hogar. No fue así. En realidad era el primer sencillo (nada sencillo, por cierto) de lo que sería su primer disco en ocho años, luego del espléndido Tempest de 2012.
  Todavía aparecieron un par de sencillos más: “False Prophet” y “I Contain Multitudes” y con ellos el anuncio de la aparición del nuevo álbum. Rough and Rowdy Ways se llama la flamante obra discográfica del nacido en Duluth, Minnesota y permítaseme decir que estamos ante uno de los trabajos más importantes de toda la discografía dylaniana. Una obra maestra.
  La afirmación no es gratuita. Pocas veces un disco coincide de tal manera con la situación del mundo en general y de los Estados Unidos en particular. Esos Estados Unidos afectados no sólo por el Covid-19, sino por la polarización extrema y la violencia latente producida a lo largo y a lo ancho de ese país, luego del asesinato del afroamericano George Floyd por parte de un policía anglosajón, el 25 de mayo pasado, en el vecindario de Powderhorn, en la ciudad de Minneapolis, precisamente en el estado natal de Bob Dylan. Y si a eso añadimos que están a punto de iniciar las campañas para las elecciones presidenciales de noviembre, con el inefable e inenarrable republicano Donald Trump en busca de la reelección, el explosivo coctel está listo para lo imprevisible.
  Digo que es una enorme y asombrosa coincidencia que el álbum apareciera en este conflictivo contexto, porque las letras de los diez canciones que lo conforman hablan de muchas cosas que hoy se viven: desde la crisis política, económica y social, hasta la presencia de la enfermedad y de la muerte como algo tangible, palpable, presente. Aunque también la poesía del Premio Nobel de Literatura 2016 trata, en este disco, de amor y desamor, de alegría y dolor, de filosofía y de arte. De la vida, contemplada desde los 79 años de edad de este joven sempiterno que es Robert Zimmerman.
  Rough and Rowdy Ways inicia con la bellísima “I Contain Multitudes”, cuyo título está tomado de un verso de ese extenso y fascinante poema que es el “Canto a mí mismo” de Walt Whitman (“La mitad de mi alma, cariño, te pertenece / Me enrollo y retozo con todos los jóvenes / Contengo multitudes”). Los siguientes siete cortes no tienen desperdicio, desde el irónico y desafiante “False Prophet”, con sus toques blueseros (“Otro día que no termina / Otro barco que parte / Otro día de ira, amargura y duda / Sé cómo sucedió / Lo vi comenzar / Abrí mi corazón al mundo y el mundo entró en mí”) y el divertidamente escalofriante “My Own Version of You” (lleno de referencias literarias, históricas y musicales y con ecos de Mary Shelley y su Frankenstein), pasando por composiciones como la valseada y muy a la Leonard Cohen “I’ve Made Up My Mind to Give Myself to You” (“He viajado desde las montañas hasta el mar / Espero que los dioses sean accesibles conmigo / Sabía que dirías que sí, yo también lo digo / He decidido entregarme a ti” –¿a una mujer, a la vida, a la muerte?) y la misteriosa “Black Rider” (“Jinete negro, jinete negro, todo vestido de negro / Me alejo, intentas hacerme mirar hacia atrás / Mi corazón está en reposo, me gustaría mantenerlo así / No quiero pelear, al menos no hoy / Ve a casa con tu esposa, deja de visitar a la mía / Uno de estos días me olvidaré de ser amable”) o el delicioso blues que es “Goodbye Jimmy Reed”, en honor de ese grande y mítico bluesero, y la conmovedora y de aires celtas “Mother of Muses” (“Madre de las musas… / llévame al río, suelta tus encantos / Déjame acostarme un rato en tus dulces y amorosos brazos / Despiértame, sacúdeme, libérame del pecado / Hazme invisible como el viento / Tengo una mente que divaga, tengo una mente que deambula / Viajo ligero y estoy tardando en llegar a casa”), hasta llegar a la rugosa y (otra vez) bluesera (con aires de Tom Waits) “Crossing the Rubicon” (“Tres millas al norte del purgatorio / Un paso desde el más allá / Rezo a la cruz / Beso a las muchachas / y cruzo el Rubicón”).
  El penúltimo track (¿blood on the tracks?) lo ocupa la larga y viajera (y viajada) “Key West (Philosopher Pirate)”, un homenaje a Key West, Florida, ese lugar donde algunas vez vivieron personajes como Ernest Hemingway, Tennessee Williams, Jimmy Buffett, Judy Blume y Shel Silverstein, y a la vez un tributo de nueve minutos al movimiento beat, a Buddy Holly y a Jimi Hendrix. Todo para culminar con ese clásico automático que es la ya mencionada y extensa “Murder Most Foul”.
  La jovialidad de Dylan a lo largo del álbum resulta tan ejemplar como envidiable. A sus 79 años sigue siendo el mismo muchacho de 19, casi 20, que llegó a Greenwich Village en 1961. Su creatividad permanece intacta y su joie de vivre parece eterna. No sólo eso. Rough and Rowdy Ways es una obra llena de fuerza y poderío, con la voz rasposa pero clara aún de un rebelde que no ceja, de un artista que no se rinde, de un rocanrolero que no deja de rocanrolear. Porque este disco es eso: rocanrol en su más pura, en su más absoluta esencia.
 
(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

viernes, 19 de junio de 2020

10 grandes canciones que cumplen 40 años


Parecería que ha transcurrido más tiempo. En 1980, la guerra fría seguía en pleno. Los Estados Unidos y la Unión Soviética continuaban jugando a las vencidas y sus respectivos líderes, Jimmy Carter y Leonid Brézhnev, se desafiaban debido a la ocupación de Afganistán por parte del ejército rojo. En noviembre, Carter perdería las elecciones presidenciales y el republicano Ronald Reagan se convertiría en el nuevo primer mandatario estadounidense. En Irán, el hombre fuerte era el ayatolá Jomeini; en Chile y Argentina, permanecían en el poder las juntas militares encabezadas por Augusto Pinochet y Jorge Rafael Videla, respectivamente, y en España era presidente Adolfo Suárez y empezaba la liberadora y contracultural movida madrileña.
  En El Salvador era asesinado el arzobispo liberal Óscar Romero, mientras oficiaba una misa. En Cuba, se producía el éxodo de Mariel hacia Miami, ciudad en la cual se producían disturbios raciales tras de que cuatro policías blancos fueran absueltos por el asesinato del afroamericano Arthur MacDuffie. También en Estados Unidos, el multimillonario Ted Turmer fundaba CNN, en tanto el gobierno de Carter rompía relaciones con la República Islámica de Irán. En Gdansk, Polonia, el líder obrero Lech Walesa lideraba la huelga que daría origen al sindicato Solidaridad. En Perú surgía la organización terrorista Sendero Luminoso y en Asunción, Paraguay, un comando sandinista de militantes argentinos batía en una emboscada al ex dictador nicaragüense Anastasio Somoza. Mientras tanto, la OMS declaraba oficialmente erradicado del planeta al virus de la viruela.   
  En 1980 se llevaron a cabo los XXII Juegos Olímpicos, en la ciudad de Moscú, los cuales fueron boicoteados por los Estados Unidos y otros 65 países, debido a la ocupación soviética en Afganistán. México sí asistió.
  Ese año fue también de luto para la música en general y el rock en particular, debido al asesinato de John Lennon (diciembre 8) y las muertes del baterista de Led Zeppelin John Bonham (septiembre 25), el vocalista de Joy Division Ian Curtis (mayo 18) y el cantante de AC/DC Bon Scott (febrero 19).
  En México, el presidente José López Portillo iniciaba su cuarto año de gobierno. Entre los hechos más notorios destacan la implantación del Impuesto al Valor Agregado (IVA), el nombramiento de la primera secretaria de Estado (Turismo) del sexo femenino (Rosa Luz Alegría, de la que las malas lenguas aseguraban era amante del primer mandatario), el incendio del árbol de la Noche Triste y la inauguración de Perisur.
  En 1980, Umberto Eco publicó El nombre de la rosa, Jorge Luis Borges Siete noches, Truman Capote Música para camaleones, Julio Cortázar Queremos tanto a Glenda, John Kennedy Toole La conjura de los necios, Vasili Grossman Vida y destino, Stephen King La niebla, Ricardo Piglia Respiración artificial, J. M. Coetzee Esperando a los bárbaros, Gary Jennings Azteca y  Carl Sagan Cosmos.
  Louis Malle dirigió Atlantic City y se estrenaron películas como Toro Salvaje de Martin Scorsese, El resplandor de Stanley Kubrick, Fama de Alan Parker, El imperio contraataca de Irving Kerchner (producida por George Lucas), El hombre elefante de David Lynch, Superman II de Richard Lester y el debut cinematográfico de Pedro Almodóvar con Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón.
  En 1980 nacieron Regina Spector, Conor Oberst, Christina Aguilera, Ryan Gosling, Macaulay Culkin, Christina Ricci, Zooey Deschanel, Michelle Williams, Jake Gyllenhaal, Ana Claudia Talancón, Alondra de la Parra, Martina Hingis, Venus Williams, Pau Gasol, Ronaldinho, Xavi Hernández, Steven Gerrard, Salvador Cabañas y Omar Bravo.
  Fue el año de las muertes del escritor y filósofo francés Jean Paul Sartre, el novelista norteamericano Henry Miller, el literato cubano Alejo Carpentier, el cineasta británico Alfred Hitchcock, el actor inglés Peter Sellers, el actor estadounidense Steve McQueen, la mítica actriz (también estadounidense) Mae West, el cantante francés Joe Dassin, el psicólogo suizo Jean Piaget, el legendario atleta estadounidense Jesse Owens y la actriz mexicana Sara García, así como de los ya mencionados John Lennon, John Bonham, Ian Curtis y Bon Scott.
  El escritor polaco Czesław Miłosz recibió el Premio Nobel de literatura.
  Veamos ahora una decena de las canciones más importantes de 1980.

1.- “Crazy Little Thing Call Love”. Queen. Freddy Mercury realizó este tema como un claro homenaje a Elvis Presley y, según él mismo llegó a contar, componerla le llevó apenas diez minutos. Dado que sólo sabía unos cuantos acordes de guitarra, le fue sencillo escribir un rocanrol elemental pero altamente efectivo. Hoy es todo un clásico, incluido en él álbum The Game de 1980.

2.- “(Just Like) Starting Over”. John Lennon. Parte del magnífico álbum Double Fantasy, de noviembre de 1980, la canción había sido lanzada como sencillo en octubre de ese año, seis semanas antes de que Lennon fuese asesinado en Nueva York. John quiso hacer un tema con el estilo de Roy Orbison y lo logró con creces, al crear una melodía llena de alma, ternura y belleza. Fue el último single que lanzó en vida.

3.- “Another Brick in the Wall (Part 2)”. Pink Floyd. ¿Quién no conoce esta composición de Roger Waters, parte esencial del álbum The Wall de Pink Floyd? Se trata de una canción de crítica y protesta contra el sistema educativo inglés. Curiosamente, los elementos de música disco que contiene el beat de la pieza fueron una sugerencia del productor Bob Ezrin, debido a que era el género de moda en aquellos momentos. Waters se resistió en un principio, pero a David Gilmour le pareció una buena idea y al ser lanzado como sencillo, el tema tuvo un enorme éxito popular, éxito que aún perdura.

4.- “Ashes to Ashes”. David Bowie. Como parte del extraordinario disco Scary Monsters (and Super Creeps) de 1980, este corte de estilo neo romántico es una especie de despedida de Bowie a la década de los setenta y todo lo que significó para él. Con referencias al personaje de Major Tom de “Space Oddity”, el tema resulta un tanto oscuro e intrigante, pero de una calidad musical absoluta.

5.- “Biko”. Peter Gabriel. Otra canción de protesta del mismo año. Conmovido e indignado por el asesinato en prisión del activista sudafricano Steve Biko, Gabriel escribió este tema contenido en su tercer álbum. Musicalmente se refleja aquí el creciente interés del artista por los sonidos provenientes del África, los cuales mezcla con una guitarra distorsionada y un sintetizador en una pieza minimalista que va en un lento crescendo, en el cual se incluye un coro de voces, hasta desembocar en un fade out y cantos tribales africanos. Una composición altamente emotiva.

6.- “I Will Follow”. U2. El corte abridor del disco Boy, el primero de U2, es una pieza explosiva que ya contiene todos los ingredientes y el estilo del grupo irlandés. Bono escribió la letra en dedicatoria a su madre, fallecida cuando él tenía 14 años.

7.- “Brass in Pocket”. Pretenders. Aunque apareció a finales de 1979, esta estupenda muestra del mejor new wave fue conocida masivamente en enero de 1980. La letra describe a una mujer a punto de tener su primer encuentro sexual y expresa su confianza en que la experiencia será feliz. Aunque ella la escribió, la cantante y front woman del grupo, Chrissie Hynde, no estaba muy segura de si debía o no grabar la pieza. El productor insistió en hacerlo y la melodía se convirtió en uno de los temas imprescindibles de Pretenders.

8.- “Boys Don’t Cry”. The Cure. Esta gran composición de The Cure apareció como sencillo y se incluyó en el álbum recopilatorio homónimo de 1980. Muestra perfecta del rock pop inglés de finales de los años setenta del siglo pasado, su letra cuenta la historia de un hombre que ha renunciado a tratar de recuperar el amor que ha perdido y ríe para tratar de disfrazar su verdadero estado emocional, escondiendo las lágrimas en sus ojos, porque “los muchachos no lloran”.

9.- “Hungry Heart”. Bruce Springsteen. De su magnífico álbum The River (1980), este “Corazón hambriento” (el título está inspirado en un verso del poema de Lord Tennyson “Ulises”: “Siempre vagando con un corazón hambriento”) fue no sólo el primer sencillo sino el tema que permitió que El Jefe llegara por primera vez a las listas de Billboard. Originalmente, Springsteen la había escrito para dársela a los Ramones, pero al escucharla, su manager, Jon Landau, lo convenció de guardarla e incluirla en el disco que estaba grabando. Mejor decisión no pudo tomar.

10.- “Emotional Rescue”. Rolling Stones. ¿Stones à la Bee Gees? Muchos seguidores de Jagger, Richards y compañía se sintieron (nos sentimos) un tanto decepcionados y hasta traicionados por las tentaciones de sus satánicas majestades por acercase a la música disco (falsete de Jagger incluido). A 40 años de distancia, no sé si los de Londres estén totalmente perdonados por semejante pecado (aunque el tema es hoy uno de sus clásicos).

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)