martes, 28 de enero de 2014

Cristian Castro metalero

Además de ser carne de cañón de las redes sociales, en más de una ocasión el cantante Cristian Castro ha declarado su gusto por el rock y en especial por el heavy metal. Tengo entendido que incluso es férreo seguidor de ese grandísimo proyecto que es Tool. Quiero imaginar que es por eso que la agrupación mexicana Genitallica (uno de esos conjuntos inenarrables de los que no se sabe si son músicos relajientos, cómicos involuntarios o infantes tardíos) lo invitó a participar en su próximo disco, con una canción llamada “Quiéreme”.
  Hay quienes se han indignado ante esto. Yo diría más bien, citando al querido Ciro Gómez Leyva, que se trata de un hecho meramente anecdótico. Es decir: cuando un vocalista de música intrascendente se une con una agrupación de música insulsa, lo único que puede haber como resultado es una música sin importancia. Tristemente, ese es el estado actual del noventa por ciento del rock nacional (el porcentaje es arbitrario, pero lo intuyo): la intrascendencia absoluta, la insulsez como estandarte y la vocación por no hacer cosas importantes. Pero eso sí: ¡qué buen desmadre echan todos!
  Uno de sus problemas de fondo es ese infantilismo que persigue al rockcito que se hace en México desde sus más tempranos orígenes. No en balde sus primeras estrellas, los vocalistas surgidos de los grupos pioneros, terminaron como comediantes en la televisión. Ahí están los casos de César Costa, Enrique Guzmán, Manolo Muñoz, Luis “Vivi” Hernández y Johnny Laboriel. Algunos de ellos resultaron incluso mejores cómicos que cantantes.
  Pero aunque no hayan acabado en chistosos profesionales, sobran los personajes roqueriles que tratan de hacerse los graciosos a la menor provocación, desde Alex Lora hasta Charlie Monttana y desde “El Abulón” hasta el cantante de Café Tacuba (así, con u). Nada raro. A final de cuentas, el llamado rock mexicano no ha sido, no es y no seguirá siendo más que un gran chiste.
  Bienvenido, Cristian Castro. El Vive Latino te espera.

(Publicado hoy en Milenio Diario)

martes, 21 de enero de 2014

Jaime López cumple 60

“Hay quien no se satisface ni bailando rumba / complacientes hay que no se autocomplacen nunca”.

Jaime López (“Es tan poco el amor”)

Los cumple justo hoy, martes 21 de enero, y para celebrar sus seis décadas de vida, el autor de “Ella empacó su bistec” y la popular “Chilanga Banda (en efecto: no es de Café Tacuba) acaba de presentar una nueva canción conmemorativa llamada “Es tan poco el amor”, la cual desde este día se encuentra disponible en todas las plataformas para ser descargada.

“Tú no sabes qué placer me da verte de espaldas / justo en el momento en que tu dignidad te llama /gozo incluso si me aplicas esa ley del hielo / ya que es tan poco el amor para gastarlo en celos”.

Se trata de una balada rock con un coro muy pegajoso y hasta un tanto popero (con la frase “Es tan poco el amor” que se repite tres o cuatro veces). Estilísticamente y por su sonido, podríamos asociarla con la música, por ejemplo, de San Pascualito Rey, sólo que con un sentido mucho más rocanrolero. Un muy buen tema, en síntesis, con todo para convertirse en un gran éxito popular y en otra de las piezas emblemáticas del buen López.

“Me deleita tu perfil hostil cuando me ignoras / soy dichoso en el desprecio en que me arrojas / hasta encuentro regocijo por el desencuentro / ya que es tan poco el amor para gastarlo en celos”.

Producido por Ramiro del Real, con Erick Espartacus como ingeniero y responsable (que no irresponsable, para hacer uno de esos juegos de palabras que tanto le gustan al querido Jaime) de la mezcla, cuenta con la colaboración de Quique Rangel en el bajo. La producción ejecutiva corre a cargo de Sergio Zurita y la portada es de Ástor Alexander.

“Pese a que te parezca frívolo lo que te digo / es por pura diversión y no como mendigo / que te pido mínimo una pizca de tu tiempo / ya que es tan poco el amor para gastarlo en celos”.

Tengo la fortuna de conocer a Jaime López desde hace ya muchos años y hemos colaborado en algunas (pocas) cosas juntos. Aparte de fantástico músico y compositor, es un artista en toda la extensión de la palabra y sobre todo un sensacional tipo. Desde aquí le mando un grandísimo y afectuoso abrazo. Feliz cumpleaños.

(Publicado hoy en Milenio Diario)

martes, 14 de enero de 2014

La primera joya del año

2014 arranca muy bien en el terreno discográfico. Si los primeros días de un año marcan lo que será el resto del mismo, la aparición de Wig Out at Jagbags (Matador, 2014), el nuevo álbum de Stephen Malkmus and the Jicks, es una señal de que musicalmente nos esperan doce meses estupendos.
  A los cuarenta y siete años, el antiguo líder del legendario y noventero Pavement se mantiene íntegro y fiel a sí mismo, sin tratar de “reiventarse” para quedar bien con las nuevas generaciones. Todo lo contrario. Su música sigue siendo sencilla y orgánica. Guitarras, bajo, batería, algún teclado, coros simples y su voz inconfundible. No se necesita más para hacer un disco con ese mismo dejo de rock alternativo que se escucha también en sus tres trabajos anteriores con los Jicks: Pig Lib (2003), Real Emotional Trash (2008) y Mirror Traffic (2011), este último producido por Beck.
  Esta vez, la producción corrió a cargo del propio cuarteto y el sonido tiene mucho de Pavement, quizá porque Malkmus se reunió con su antigua agrupación para realizar una gira apenas en 2010. No en balde, el buen Stephen ha dicho que en Wig Out at Jagbags el sonido es como homenaje “a la mejor década en la historia del rock” y no se refiere, como tal vez muchos pensarían, a los dorados e idealizados años sesenta sino a los duros, agresivos, complicados pero añorados noventa del siglo pasado, justo la época en la que Pavement se convirtió en leyenda del alt-rock.
  Los Jicks responde con creces a las intenciones creativas de su líder. Con nuevo baterista (la anterior encargada de tambores y platillos, Janet Weiss, se fue a tocar con Wild Flag y dejó su lugar a Jake Morris), el grupo sigue sonando compacto, inventivo y fresco, con esa humor agridulce tan característico de la música de Malkmus.
  Con temas como “Planetary Motion”, “Lariat”, “Chartjunk”, “Cinnamon & Lesbians” o la muy kinkófila “The Janitor Revealed”, el plato se desliza con placidez y deja en el escucha un sabor muy grato. Un disco irónico y divertido, realmente noventero.

(Publicado hoy en Milenio Diario)