lunes, 14 de diciembre de 2020

Annie Flores, pintora y dibujante mexicana


Nacida en Ciudad de México en 1993, la joven pintora y dibujante Annie Flores es egresada de la Facultad de Artes y Diseño de la Universidad Nacional Autónoma de México. Con la figura humana como eje central de su obra y campo inagotable de investigación, ha participado en numerosas exposiciones colectivas y proyectos de pintura mural, tanto en México como en Europa, donde sus cuadros han tenido presencia en la Feria de Arte de Bruselas (2018) y en la Galería Gaudí de Madrid (2018).
  Su obra analiza el fenómeno degenerativo del recuerdo, la recuperación de antiguas memorias y la forma de retardar el proceso del olvido. La descomposición, el análisis y la recreación del cuerpo humano y su entorno son los parámetros de reflexión que ejerce sobre la materia, las memorias y los sueños, en torno a la materialización de un pasado que ya no existe pero que sirve para comprender el presente, no sólo como las huellas de una presencia o la exaltación de la ausencia, sino también como una construcción de la identidad personal.
  La artista intenta establecer una conexión entre el acto de recordar, la acción de pintar y dibujar y el proceso de creación, todo por medio de una mirada poética.
  Melómana por naturaleza y crianza, Annie Flores nos cuenta cuáles son sus preferencias discográficas y musicales.

¿Cuál fue el primer disco que escuchaste?
Afortunadamente, desde pequeña escuché buena música en casa y lo que fuera que sonara me gustaba mucho. El disco que más recuerdo y cantaba completito era el Chronicle vol. 1 de Creedence Clearwater Revival. John Fogerty me parece uno de los más grandes en la música.

¿Cuál es el primer disco que compraste?
Fue a los siete años de edad, el Urban Hymns de The Verve, porque me encantaba la canción “Bitter Sweet Symphony”. También El Cascanueces de Tchaikovsky, porque iba al ballet y me obsesionaba con practicar todo el día.

¿Cuál fue el primer disco que le envidiaste a alguien por no poderlo tener?
A mi mejor amiga le envidié un disco que le trajeron de Inglaterra, cuando íbamos en la universidad. Era una antología de presentaciones en vivo y documentales de Björk que se llamaba The Television Archive. Tenía una presentación rosita súper bonita.

¿Cuál es tu disco favorito para manejar?
 Yo no manejo, pero para viajar me encanta escuchar el Great Ladies of Song, de Peggy Lee, y el Frank, de mi adorada Amy Winehouse.

¿Cuál es el disco que mejores recuerdos te trae?
Obvio mi infancia está marcada por la princesa del pop: Oops!.. I Did It Again, de Britney Spears. Recuerdo tardes completas con mi prima bailando sin parar ese disco completo, peinadas de “diadema”, ¡ja ja ja!

¿Cuál es el disco que más te avergüenza tener?
Me divierto mucho con mis “pecados musicales”. La verdad no me avergüenzan, pero el disco que no encaja entre mi playlist habitual es Colores de J Balvin.

¿Cuál es el disco que más  lamentas haber perdido?
El L.A Woman de The Doors. Lo perdí en un paseo de la secundaria, junto con mi discman. Fue fatal.

¿Cuál es el disco que adquiriste más recientemente?
Me fascina el género latin y mi última adquisición me tiene muy agarrada del oído: Dance Manía, de Tito Puente.

¿Cuál es el disco que más te ha influido en la vida?
Qué difícil. Hay tantos que me han tocado en lo profundo. Los primeros que se me vienen a la mente ahora son The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie, y Ekstasis, de Julia Holter.

¿Cuál es el disco que prefieres para hacer el amor?
Sweet & Sour, Hot y Spicy, de Ely Guerra. Sin duda.

¿Cuál es el disco que quisieras que tocaran en tu funeral?
Rush, de Eric Clapton, y la canción “I Love You More Than You’ll Ever Know” de Al Kooper, en la versión de Amy Winehouse.

¿Cuáles son los cinco discos que te llevarías a una isla desierta?
Anima, de Thom Yorke.
The Album Collection, de Amy Winehouse.
The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars, de David Bowie.
The Best of DJ Shadow.
Benny Goodman Concert Carnegie Hall 1938.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)

martes, 8 de diciembre de 2020

Si Lennon no hubiera muerto: imagina… a 40 años de su partida


Cuando en 1967 los Beatles incluyeron en el álbum Sgt. Pepper Lonely Hearts Club Band la canción “When I’m Sixty Four”, seguramente no imaginaron que sólo un par de ellos habría de llegar a los 64 años. Uno, el propio autor del tema: Paul McCartney. Otro, el menos brillante del cuarteto, al menos desde un punto de vista artístico: Ringo Starr.
  Los otros dos no corrieron con la misma suerte. George Harrison murió de cáncer en 2001, a los 58 años, mientras que John Lennon falleció víctima de la bala de un asesino en 1980, cuando apenas había cumplido 40.
  Este 9 de octubre de 2020, el autor de “Imagine” y “Revolution”, de “Mother” y “Happiness Is a Warm Gun”, de “God” y “Across the Universe”, habría celebrado sus 80 años y hoy, martes 8 de diciembre, se cumplen 40 de su desaparición física.
  Pero, ¿qué habría pasado si John Lennon no hubiera muerto?

Lo mejor estaba por venir

La famosa sentencia radical de Pete Townshend en su composición “My Generation” (“Prefiero morir antes que envejecer”) no se aplicaba a lo que Lennon pensaba y sentía en 1980. Meses antes de su inesperada y trágica muerte –baleado frente al edificio Dakota, donde vivía con su mujer, Yoko Ono, en pleno Manhattan, Nueva York–, en el disco Double Fantasy John cantaba en “Beautiful Boy (Darling Boy)” a su pequeño hijo Sean, de escasos cinco años: “Apenas puedo esperar para verte crecer / pero supongo que ambos deberemos ser pacientes / Sí, es un largo camino por transitar” (de esa misma canción es la famosa frase lennoniana: “La vida es justo eso que te sucede mientras estás ocupado en hacer otros planes”). Asimismo, a Yoko Ono le cantaba en “Grow Old with Me”, escrita también en 1980 pero aparecida en el álbum póstumo de 1984 Milk and Honey: “Envejece conmigo / lo mejor está por venir”.
  “Es duro creer que hoy él tendría 70 años”, comentaba hace una década Elton John, al ser interrogado sobre quien fuera su gran amigo. “Es difícil pensar que John se perdió la computadora personal, el Twitter. Me pregunto qué habría hecho con todas esas cosas que ahora nos resultan tan habituales. Pero siento que él hubiese aprovechado muy bien esas herramientas y las usaría de un modo revolucionario. Él seguiría estando a la vanguardia de todo”.

Los últimos 40 años con Lennon
A cuatro decenios de distancia de la muerte del ex beatle, la perspectiva del tiempo nos permite apreciar la enorme cantidad de cambios que ha sufrido el mundo entre 1980 y 2020. A pesar de su fecunda imaginación, parece poco probable que Lennon hubiese vislumbrado la caída del muro de Berlín, la desaparición de la Unión Soviética y de casi todo el bloque socialista, el surgimiento de la Unión Europea y el nacimiento del euro como moneda única, la integración multirracial en Europa y buena parte de los Estados Unidos, el ataque contra las Torres Gemelas en la propia ciudad de Nueva York donde vivió y murió, la llegada a la Casa Blanca de un presidente afroamericano –y luego, de un presidente loco, racista y ultraderechista–, el acelerado deterioro ambiental, el amenazante calentamiento global y la delirante y destructora pandemia del Covid-19. Tampoco habría imaginado los extraordinarios avances tecnológicos y su uso en la vida cotidiana de buena parte de la humanidad: no llegó a conocer el disco compacto (difundido a nivel masivo a partir de 1981 y hoy prácticamente olvidado), la internet, los teléfonos celulares y mucho menos cosas como el iPod, la música digitalizada, el smartphone, el libro electrónico, las redes sociales, YouTube, la música, las series y el cine por streaming, etcétera, etcétera, etcétera.
  En cuanto a los géneros musicales, no llegó a saber del grunge, el britpop, el hip-hop, el trip-hop, la actual electrónica, el post rock, la world music, el alt-country, el llamado indie y tantos géneros y subgéneros que surgieron a lo largo de las cuatro décadas más recientes (incluidos el reggeaton y el k-pop), algunos de los cuales le hubieran resultado fascinantes (otros no tanto) y muy posiblemente habría incursionado en ellos.
  Sin duda, se sentiría orgulloso de la finísima música compuesta por su hijo Sean y casi de seguro seguiría abominando de los discos de Paul McCartney. Tal vez hubiera atemperado sus posiciones políticas cercanas a la ultraizquierda y en algún momento habría hecho migas con Barack Obama, lo mismo que con Bono (aunque quizá no le gustara del todo el protagonismo políticamente correcto del líder de U2). No lo veo en cambio contemporizando con Hugo Chávez, Evo Morales o Vladimir Putin).
  Hace algún tiempo, Yoko Ono comentaba que “en los viejos días, el rock era rock, el jazz era jazz, el avant garde era avant garde, lo clásico era clásico. Hoy, en cambio, los músicos lo mezclan todo y no les importa hacerlo. Es algo hermoso”. Lennon pensaría de manera muy parecida y lo más factible es que sus composiciones, de 1980 a la fecha, habrían sorprendido a propios y extraños por su apertura y su absorción de las nuevas tendencias. No resulta difícil imaginarlo en colaboraciones lo mismo con raperos y hip-hoperos como Public Enemy, The Roots, The Streets, Dr. Dre, Jay Z y Kanye West que con diyéis como Dan the Automator o Danger Mouse (le habría encantado el Gray Album, en el que este DJ combinó las canciones del álbum blanco de los Beatles con el hip-hop y la electrónica) o con grupos experimentales como TV on the Radio, Dirty Projectors o The Fiery Furnaces. Sin embargo, es presumible que también se habría acercado a gente como Damon Albarn, Jarvis Cocker, Paul Weller y hasta Noel Gallagher o que a principios de los noventa hubiera tenido una estrecha relación con Kurt Cobain y Eddie Vedder.
  No debemos descartar discos en colaboración con sus amigos de la vieja guardia como Bob Dylan, Neil Young, Eric Clapton, Elton John, Pete Townshend, Ray Davies, David Gilmour e incluso Mick Jagger y Keith Richards y filmaciones con Martin Scorsese, Woody Allen y David Fincher para Netflix o Amazon.
  Por supuesto que hubiese grabado con Yoko Ono (aunque tal vez a estas alturas podrían haberse divorciado), su hijo Sean y en una de esas hasta con su hijo Julian. Con McCartney llevaría una relación amable pero distante, aunque difícilmente se habría llegado a conseguir una reunión de los Beatles, incluso cuando George Harrison aún vivía.
  Imagino que Lennon seguiría viviendo en Nueva York, en el mismo edificio Dakota, y que mantendría su sentido del humor sardónico y mordaz, completamente irreverente. El FBI lo habría dejado en paz desde mucho tiempo atrás.
  Este 8 de diciembre, muchos músicos seguramente lo recordarán y conmemorarán su fallecimiento con diversas transmisiones de homenaje vía Zoom y otros servicios de videoconferencias. Mientras tanto, desde el cielo (¿o el infierno?) del rock, guitarra en mano y haciendo gala de su gran sentido del humor y la ironía, John cantará con voz sardónica y estentórea: “When I’m eiiiiiighty!”. Tan tan.

(Publicado el día de hoy en "Acordes y desacordes", el sitio de música de la revista Nexos)