martes, 16 de enero de 2018

Dolores


Estaba por terminar el día de ayer mi columna de hoy martes, acerca de un muy buen disco que acaba de aparecer, cuando una amiga me dio la noticia: “Murió Dolores O’Riordan”.
  La mala nueva me impresionó mucho. No porque sea yo un seguidor de los Cranberries o de la propia O’Riordan, sino porque la muerte de alguien de su edad (tenía apenas 46 años) no deja de resultar impactante.
  Estos “Gajes del orificio” empezaron en febrero de 2012 y mi primera colaboración fue, precisamente, sobre el disco Roses de los Cranberries que acababa de aparecer en esos días.
  Escribía yo en una parte de aquel artículo: “El sonido de los Cranberries es perfectamente reconocible. Sus guitarras rítmicas muy en la vena jangle de The Byrds o The Smiths, sus atmósferas cercanas al dream pop, su toque de música celta y, sobre todo, la soberbia e inconfundible voz de O’Riordan hacen de su estilo un hito”.
  Y sí, la voz de Dolores O’Riordan daba un sello muy distintivo a este grupo irlandés surgido en los años noventa de la centuria pasada. Era la suya una voz intensa, desgarrada, potente, pero que también podía ser dulce, tranquila, conmovedora.
  Los portales noticiosos afirman que no se sabe con certeza la causa de la muerte de la cantante. Sólo se dice que fue tan repentina como inesperada. Se encontraba grabando en Londres y fue encontrada sin vida en el cuarto de su hotel, como tantos otros roqueros que han fallecido de la misma manera. ¿Suicidio? ¿Sobredosis? ¿Ambas cosas? Lo mismo da. El caso es que se ha ido otra voz auténtica, la misma que cantaba, con un mismo sentimiento, con un mismo feelin’, canciones tan disímbolas como “Zombi” o “Linger”.
  Mala nueva para comenzar el año la muerte de una artista. La misma que engalanó con su voz discos como Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?, No Need to Argue o el propio Roses.
  Terminaba mi columna de hace casi seis años con la frase: “Sí, los Cranberries aún existen y se trata de una buena noticia”. Hoy Dolores O’Riordan ya no existe y esa es una muy triste noticia.

(Mi columna "Gajes del orificio" del martes pasado en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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