martes, 17 de mayo de 2016

Radiohead y su alberca en forma de luna


Desde hace cerca de veinte años, vengo sosteniendo que en el rock ya es imposible crear algo nuevo y que el último sonido realmente original fue el de Radiohead en su álbum Ok Computer de 1997. A partir de ahí, todo lo que se ha creado suena a algo que ya existió, a algo déjà ecouté. Inventar el hilo negro, al menos en este género, resulta, a mi modo de ver, una utopía.
  Esto se aplica, por supuesto, al propio Radiohead, el cual con todo y la alta calidad de su disco inmediatamente posterior, el Kid A de 2000, empezó a repetirse y a hacer una música que iba de lo pretensioso a lo tedioso. Así pasaron obras como Amnesiac (2001), Hail to the Thief (2003), In Rainbows (2007) y The King of Limbs (2011), entre otras, que sólo entusiasmaron a los seguidores más o menos aferrados del quinteto originario de Oxford, Inglaterra.
  Profusa y confusamente anunciado con bastante antelación, llega ahora A Moon Shaped Pool (XL, 2016), su noveno opus en estudio, un trabajo que sin alcanzar las alturas artísticas de Ok Computer y Kid A (y tal vez incluso del The Bends de 1995), sí consigue recuperar lo mejor del grupo y regresarlo a una esencia quizá menos experimental, pero más cálida, entrañable y hasta humana, lo cual es de agradecer.
  Thom Yorke, Jonny Greenwood y compañía han conseguido juntar once composiciones más o menos antiguas, pero que nunca habían grabado en un disco, y hacerlas sonar como si fuesen nuevas. El logro es tan bueno que a pesar de que los temas fueron ordenados por orden alfabético, suenan perfectamente conjuntados.
  Hay asimismo una mayor variedad sonora, dado el uso de instrumentos como las guitarras acústicas que ayudan a suavizar el empleo de instrumentaciones electrónicas. Por otro lado, la voz de Yorke no flota tanto y se ajusta más a las armonías instrumentales.
  De esta oncena de piezas, destacan “Decks Dark”, “Desert Island Dirt”, “Glass Eyes” y “Full Stop”. También es notable el arreglo a un tema de 1995 que suelen incluir en sus conciertos y jamás había sido grabado en estudio: “True Love Waits”.
  Un disco excelente, un bienvenido regreso de Radiohead.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio", en la sección ¡hey! de Milenio Diario)

No hay comentarios:

Publicar un comentario