miércoles, 15 de febrero de 2017

Una almohada surrealista de 50 años


Y en el principio era el alucine y el alucine era como ver a Dios y el alucine era Dios. Al menos eso pensaban los habitantes de aquel pretendido paraíso psicodélico en el que la paz y el amor reinaban y el ácido lisérgico circulaba de manera abierta y legal. Era el alucinante y alucinado universo de la psicodelia, un universo que lo mismo se encontraba en Nueva York que en Londres, en París que en Berlín, pero sobre todo en la idílica San Francisco de las flores en tu pelo.
  1967. El año psicodélico por excelencia. El año en que la esquina más famosa del planeta la conformaba la intersección de las calles Haight y Ashbury, donde en los años cincuenta surgió el movimiento beatnik.
  Fue en aquel mítico San Francisco que emergió un grupo con un estilo muy especial. Se trataba de un sexteto conformado por las voces y las guitarras de Marty Balin, Jorma Kaukonen y Paul Kantner, el bajo de Jack Casady, la batería de Spencer Dryden y la voz de Grace Slick, una joven bella y talentosa que acababa de ingresar a la agrupación para sustituir a la hoy olvidada Signe Anderson. El nombre del conjunto era Jefferson Airplane.
  En febrero de 1967, el grupo lanzó uno de los discos clave para entender esa época. Surrealistic Pillow es una combinación de folk rock y psicodelia, un álbum marcado por el ácido lisérgico y los aires de flower power que se respiraban en la costa oeste de los Estados Unidos.
  Segundo trabajo en la discografía del grupo, fue un éxito inmediato no sólo entre la comunidad hippie sino a nivel nacional e internacional. Dos temas hoy clásicos bastaron para hacer del Aeroplano de Jefferson uno de los grupos más importantes de aquel momento y cuya música ha trascendido con el tiempo. “White Rabbit” y “Somebody to Love” son dos composiciones que, como decía la antigua radiodifusora 6.20, llegaron para quedarse.
  Otro dato importante es la decidida colaboración que tuvo Jerry García, el legendario guitarrista de Grateful Dead, en la manufactura del disco. No sólo tocó en varios de los cortes, sino que también participó en la confección de los arreglos y en la producción.
  El plato inicia con “She Has Funny Cars”, un tema impecable. Crítica a la hipocresía política, la canción hace que desde el principio brille la voz contrapuntística de Grace Slick, para mostrar el sello de las armonías vocales que el grupo no habría de perder jamás.
  “Somebody To Love” es el himno jeffersonairplaniano por excelencia, su composición más conocida y emblemática. La manera como Slick empieza casi a capella, con la frase “When the truth is found", aún estremece a medio siglo de distancia.
  La deliciosa “My Best Friend”, con claros aires de The Mamas and The Papas, es una hermosa tonada, mientras que “Today” es una fina pionera del folk progresivo.
  El lado A del vinil original concluye con una de las composiciones más perfectas y emotivas del grupo. “Comin' Back to Me” es una perla que convoca imágenes trovadorescas, un doloroso pero sutil canto de amor, una evocación al ser amado que se ha ido y a quien se pide que regrese. Marty Balin, con su solitaria guitarra acústica y una flauta fantasmal, va cantando cada parte referida a una estación del año y los sentimientos que cada una produce en el enamorado. Ricky Lee Jones haría en su álbum Pop Pop (1991) una versión tanto o más conmovedora.
  La segunda parte de Surrealistic Pillow arranca con "3/5th of a Mile in 10 Seconds", un rock duro en el cual se habla del comercio de drogas y del pintoresco movimiento en las calles de San Francisco. Psicodelia en estado puro.
  “DCBA 25” es una pieza oscura, un breve viaje por las profundidades de una mente en LSD. Por su parte, “How Do You Feel” es un tema lleno de candor jipiteca.
  La instrumental y acústica “Embryonic Journey” constituye un pequeño tour de force de Jorma Kaukonen que anticipa muchas de las cosas que harían de similar modo Jimmy Page y Steve Howe en la década siguiente.
  ¿Qué se puede decir de “White Rabbit” que no se haya dicho ya? Onírica, surrealista y disparatada en su letra, con acordes hipnóticos y con la voz de Grace Slick a plenitud, este homenaje a Lewis Carroll es uno de los grandes clásicos del rock de todos los tiempos, sólo comparable a “Lucy in the Sky with Diamonds” de los Beatles o a “Purple Haze” de Jimi Hendrix. Todo un acid trip.
  Por último, “Plastic Fantastic Lover” es una crítica provocadora, divertida e irónica de Marty Balin a la televisión. Se trata del tema que en el disco más se aproxima al blues. El cierre ideal para este álbum fundamental.

(Publicado el día de hoy en "El ángel exterminador" de Milenio Diario)

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