martes, 5 de julio de 2016

Rockcito populista (y transgénico)


“La palabra ‘fusión’ se ha empleado con tanto desparpajo que prácticamente ha perdido todo sentido”.

Sergio Monsalvo C.

La vena populista no es exclusiva de los políticos. Ahora que se puso en boga el concepto de populismo, a raíz de la reunión entre los presidentes de México, Canadá y los Estados Unidos, me puse a pensar en qué tanto ha permeado esa idea, ese término, en las filas del rock que se hace en México.
  No me refiero tanto al contenido de crítica social que puede haber en las letras de algunas canciones, desde los tiempos de los Teen Tops y los Sinners, sino al hecho de que algunos músicos han adoptado actitudes mesiánicas y sienten que cada concierto es un buen pretexto para aleccionar a las masas con mensajes que van desde lo político hasta lo ecológico.
  Quizás el iniciador en nuestro país de la tendencia populista haya sido Alex Lora, desde los pasados años setenta, con sus arengas más bien pintorescas en favor del rock o en contra de la policía o la moral imperante. Sin embargo, el auge del roquerito demagogo, con ansias de líder de opinión, llegó a finales de los ochenta, con grupos como Maná, Caifanes y Maldita Vecindad, lo que se vio recrudecido a partir de 1994, con el surgimiento del EZLN y el apoyo de diversas agrupaciones roqueras al Sup Marcos y sus huestes de la guerrilla light.
  Hoy día, Café Tacuba, Zoé, Panteón Rococó y otros  aprovechan para lanzar consignas políticamente correctas, con las que –lo saben bien– se ganan el aplauso fácil de un público borreguil y poco informado, acostumbrado a la cortedad de los eslogans.
  Ya que menciono a Café Tacuba, veía hace poco un video en YouTube, en el cual su cantante (desconozco el hombre que use ahora) habla con vehemencia en contra de los productos transgénicos y pensé que, paradójicamente, su grupo y muchos otros de los actuales representantes del rockcito nacional han convertido al rock en una música transgénica, al arrebatarle su esencia original y transformarlo en un híbrido informe e indescriptible, sin identidad o sustancia.
  Rockcito populista y, por si fuera poco, transgénico.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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