martes, 23 de febrero de 2016

Jack Garratt y el alma resucitada


Desde hace varios años, observo que lo que antes solía llamarse soul y rhythm and blues (R&B) fue sustituido por un extraño híbrido informe y popero al que se denomina con los mismos nombres, pero que poco o nada tiene que ver con lo que se hacía hace algunas décadas.
  Es decir, el soul de Aretha Franklin y Otis Redding, el de Smokey Robinson y Marvin Gaye, el de Wilson Pickett y Etta James, el de las disqueras Motown y, sobre todo, Stax, parece haberse ido en aras de un sonido edulcorado, pasteurizado. Rihanna, Beyoncé, Nicki Minaj y demás sucedáneos llegaron para extirpar el alma de la música negra y convertirla en un género poco apto para diabéticos debido al exceso de azúcar. Salvo grandes excepciones como Janelle Monáe, Erykah Badu, Lauryn Hill, Meshell Ndegeocello, TV on The Radio y los primeros discos de Alicia Keys, no encuentro ánima y sustancia en eso que persisten en llamar soul y R&B.
  Por eso, no deja de ser una muy grata sorpresa toparse de pronto con alguien como Jack Garratt (casi me sucedió lo mismo que cuando escuché el primer álbum de Joss Stone, blanca y británica ella, como Garratt).
  Phase (Island /Interscope, 2016) se titula el excelente disco debut de este joven inglés de escasos 24 años, quien ha logrado conjuntar la relativa frialdad mecánica de la electrónica con el cálido latir de la más profunda música soul. Para ello se vale de diversos rompimientos armónicos, de una sabia utilización de los beats del drum’n’bass, de un delicado sentido melódico y de un feelin’ vocal que remite lo mismo a los grandes intérpretes del soul que a algunos de los más destacados cantautores folks del Reino Unido, con el distintivo de su muy particular falseto.
  No hay desperdicio en Phase, las doce canciones que lo conforman (19 en la edición de lujo) mantienen un alto grado de creatividad y calidad artística y si acaso hubiera que destacar algunos cortes me iría por “Wheathered”, “I Know All What I Do”, “Surprise Yourself”, “Water” y la bellísima y final “My House Is Your Home”.
  Una gratísima sorpresa, un disco con alma de un músico con ángel.

(Publicado hoy en mi columna "Gajes del orificio" de la sección ¡hey! de Milenio Diario)

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