Como si el espíritu de Raúl Velasco dominara al Foro Sol, el llamado Vive continúa su inefable curso para alejarse cada vez más del género que supuestamente le dio origen: el rock. De hecho, éste es confinado a las carpas “alternativas” (por no llamarles marginales), mientras que en los escenarios principales actúan agrupaciones que harían las delicias de los viejos televidentes que pasaban las horas en la contemplación rumiante de Siempre en domingo.
Ya sea mediante el pop de Zoé, el reguetón castrista de Calle 13 o los corridos de Los Tigres (más las actuaciones “sorpresa” de Cristian Castro o Laura León, quienes, créalo usted, estuvieron también en esta edición del festival), el asunto se ha tornado en una caricatura de sí mismo, aunque una caricatura, eso sí, que deja muchísimo dinero.
Se dice que los organizadores han recurrido a este tipo de músicos porque en el rock que se hace en México no hay ya quienes puedan llenar el foro. Puede ser. Sin embargo, lo peor de todo no es eso. Tampoco que aquello sea un desfile de las marcas comerciales que patrocinan “el evento del año”. El mayor problema está en constatar que el público joven es cada vez más pasivo, más acrítico, más manipulable y que lo acepta y lo digiere todo sin pensarlo.
El zarpazo al Vive Latino no se lo dieron los Tigres del Norte, sino la gente que acude en masa y con desesperación a este festival cada año más decadente en sus propuestas. Espinoza Paz y Joan Sebastian esperan ansiosos la edición del 2015.
(Publicado hoy en Milenio Diario)
No hay comentarios:
Publicar un comentario